30 de marzo de 2016

Técnica fotográfica. Breves. ¿Se debe imprimir siempre a 300 dpi?

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Si quieres ampliar el presente documento o consultar algún término de los que aparecen y no está suficientemente descrito, puedes buscar si existe otro artículo relacionado en la página: ENLACES TÉCNICA.

En ella aparecen los asuntos tratados en los tutoriales técnicos que hasta hoy he creado, todos accesibles mediante enlaces, y los que se encuentran en fase de revisión para su pronta publicación.
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No es la primera vez que me sorprendo al escuchar que muchos autores preparan siempre las imágenes con una resolución fija para imprimir, frecuentemente 300 ó 350 dpi, sin analizar si dicho modo de actuar tienen algún sentido.

Este asunto lo he tratado en varias ocasiones planteando la necesidad, por no decir obligatoriedad, de que la resolución de la imagen a imprimir  debe ser un divisor entero de la resolución de impresión a usar entre las válidas del dispositivo de salida, lo que es de difícil encaje con el proceder anterior.

Si por ejemplo imprimimos a 1.440 dots per inch o puntos por pulgada (dpi o ppp), que es la resolución máxima del plotter EPSON 7500 PRO (2.880 en horizontal y 1.440 en vertical), podemos calcular las resoluciones de imagen que cumplirían con la premisa anterior dividiéndola por un factor entero y confeccionar la tabla siguiente:

Factor:
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Resolución:
1.440
720
480
360
288
240
205,71
180
160

Pero, si con ese mismo equipo imprimimos a 720 dpi las posibilidades se reducen a 360, 240 y 180 dpi, considerando que a resoluciones inferiores la imagen perderá mucha calidad.

En ambos casos, la resolución de una imagen a 300 dpi no es un divisor exacto de la de impresión, siendo los valores más próximos 288 ó 360 dpi para la salida a 1.440 dpi.

Por otro lado, debemos asegurarnos que la resolución de impresión elegida la acepta nuestro papel, sobre todo con soportes básicos.

¿Qué ocurre al imprimir una imagen de 300 dpi?

Cuando en el panel de propiedades de la impresora elegimos un tipo de papel entre los disponibles o si es factible introducimos directamente la resolución o la calidad de impresión, estamos indicando al dispositivo el número de gotas a usar por cada pulgada.

Si suponemos que vamos a utilizar la máxima resolución, el equipo mencionado inyectará 1.440 gotas por pulgada y si nuestro archivo solamente tiene 300 puntos, a cada uno de ellos le corresponderán teóricamente 1.440/300=4’8 gotas. Pero como el dispositivo no puede físicamente fraccionar gotas, utilizará normalmente 5 compensando el exceso acumulado con algunos píxeles de 4 gotas, es decir, la imagen impresa será adaptada de manera no homogénea.

Es absurdo preparar previamente una imagen a 300 dpi para un determinado tamaño de salida, interpolando o extrapolando para lograr dicho objetivo y que, posteriormente, la impresora vuelva a redimensionarla. Si se desconoce la resolución de impresión real es más aconsejable mantener hasta el final los píxeles originales, evitando una doble intervención sobre la imagen.

En la línea superior de la figura siguiente se simulan 5 píxeles, alternando con 2 tonalidades, de un fragmento de una imagen a 300 dpi que podría representar los hilos de una prenda.

Si usamos para imprimir una resolución mayor que la de la imagen, por ejemplo 360 dpi, a cada grupo de 5 píxeles de la imagen le corresponderán 6 gotas. Esto conlleva una reducción del tamaño del píxel impreso respecto al original y una compensación del desfase con una gota adicional por grupo.


La imagen siguiente muestra dos posibles resultados entre los varios que se pueden producir. En ambos casos cambian los grosores pero se mantiene el número de líneas.

Evidentemente, el problema se reduce si en lugar de imprimir a 360 dpi lo hacemos a 720 o a 1.440 dpi ya que se usarán 12 ó 24 gotas respectivamente por grupo y el error absoluto será menor, aunque a costa de un consumo de tinta mayor.

Pero, veamos qué pasa si usamos una resolución menor de impresión. Si aplicamos al mismo grupo de píxeles 240 dpi de resolución de impresión (figura siguiente) el resultado es lógicamente peor, ya que no solo aumenta el tamaño del píxel resultante sino que además disminuye el número de líneas (desaparecen hilos).
No obstante, el coste de la tinta es motivación suficiente para que en algunos comercios se usen resoluciones bajas de impresión que, en casos extremos y raros como lo es 240 dpi con los equipos actuales, producen la desaparición de detalles finos de la imagen.

¿Y si imprimimos con una resolución mayor que el doble de la de la imagen?

Cuanto más pequeñas son las gotas el resultado obtenido es mejor a costa de un consumo de tinta mayor, pero resoluciones altas implican tamaños menores de salida por lo que no siempre pueden utilizarse.

Si imprimimos a 720 dpi -equivalen a 720/25’4=28’35 gotas/mm- una imagen cuya resolución es de 300 dpi, a cada a cada píxel le corresponderán 2’4 gotas (720/300=2’4) por lo que por cada punto original el equipo deberá decidir si inyectar 2 ó 3 gotas.

La figura siguiente plantea una posible decisión frente a una secuencia de píxeles de colores cyan, magenta, amarillo y gris respectivamente.
 El resultado final para la hipótesis marcada provoca que los píxeles cyan y amarillo sean de menor grosor que los originales y que los píxeles magenta y gris, pero nunca se pierde ninguno de ellos.

© Jorge Lidiano.
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