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TÉCNICA.
En ella aparecen
los asuntos tratados en los tutoriales técnicos que hasta hoy he creado, todos
accesibles mediante enlaces, y los que se encuentran en fase de revisión para
su pronta publicación.
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No es la primera
vez que me sorprendo al escuchar que muchos autores preparan siempre las
imágenes con una resolución fija para imprimir, frecuentemente 300 ó 350 dpi, sin
analizar si dicho modo de actuar tienen algún sentido.
Este asunto lo he
tratado en varias ocasiones planteando la necesidad, por no decir obligatoriedad,
de que la resolución de la imagen a
imprimir debe ser un divisor entero
de la resolución de impresión a usar
entre las válidas del dispositivo de salida, lo que es de difícil encaje con el
proceder anterior.
Si por ejemplo
imprimimos a 1.440 dots per inch o puntos por pulgada (dpi o ppp), que es
la resolución máxima del plotter
EPSON 7500 PRO (2.880 en horizontal y 1.440 en vertical), podemos calcular las
resoluciones de imagen que cumplirían con la premisa anterior dividiéndola por
un factor entero y confeccionar la tabla siguiente:
Factor:
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
8
|
9
|
Resolución:
|
1.440
|
720
|
480
|
360
|
288
|
240
|
205,71
|
180
|
160
|
Pero, si con ese mismo
equipo imprimimos a 720 dpi las posibilidades se reducen a 360, 240 y 180 dpi, considerando
que a resoluciones inferiores la imagen perderá mucha calidad.
En ambos casos, la
resolución de una imagen a 300 dpi no es un divisor exacto de la de impresión, siendo los valores más
próximos 288 ó 360 dpi para la salida a 1.440 dpi.
Por otro lado,
debemos asegurarnos que la resolución de impresión elegida la acepta nuestro
papel, sobre todo con soportes básicos.
¿Qué ocurre al imprimir una imagen de 300 dpi?
Cuando en el panel de propiedades de la impresora
elegimos un tipo de papel entre los disponibles o si es factible introducimos directamente
la resolución o la calidad de impresión, estamos indicando al dispositivo el
número de gotas a usar por cada pulgada.
Si suponemos que vamos
a utilizar la máxima resolución, el equipo mencionado inyectará 1.440 gotas por
pulgada y si nuestro archivo solamente tiene 300 puntos, a cada uno de ellos le
corresponderán teóricamente 1.440/300=4’8 gotas. Pero como el dispositivo no puede físicamente fraccionar gotas,
utilizará normalmente 5 compensando el exceso acumulado con algunos píxeles de
4 gotas, es decir, la imagen impresa
será adaptada de manera no homogénea.
Es absurdo preparar
previamente una imagen a 300 dpi para un determinado tamaño de salida,
interpolando o extrapolando para lograr dicho objetivo y que, posteriormente, la
impresora vuelva a redimensionarla. Si se desconoce la resolución de impresión real
es más aconsejable mantener hasta el final los píxeles originales, evitando una
doble intervención sobre la imagen.
En la línea
superior de la figura siguiente se simulan 5 píxeles, alternando con 2
tonalidades, de un fragmento de una imagen a 300 dpi que podría representar los
hilos de una prenda.
Si usamos para
imprimir una resolución mayor que la de la imagen, por ejemplo 360 dpi, a cada
grupo de 5 píxeles de la imagen le corresponderán 6 gotas. Esto conlleva una reducción del tamaño del píxel impreso
respecto al original y una compensación del desfase con una gota adicional
por grupo.
La imagen siguiente
muestra dos posibles resultados entre los varios que se
pueden producir. En ambos casos cambian los grosores pero se mantiene el número
de líneas.
Evidentemente, el problema
se reduce si en lugar de imprimir a 360 dpi lo hacemos a 720 o a 1.440 dpi ya
que se usarán 12 ó 24 gotas respectivamente por grupo y el error absoluto será
menor, aunque a costa de un consumo de tinta mayor.
Pero, veamos qué
pasa si usamos una resolución menor de impresión. Si aplicamos al mismo grupo
de píxeles 240 dpi de resolución de impresión (figura siguiente) el resultado
es lógicamente peor, ya que no solo aumenta el tamaño del píxel resultante sino
que además disminuye el número de líneas (desaparecen hilos).
No obstante, el coste
de la tinta es motivación suficiente para que en algunos comercios se usen resoluciones bajas de impresión que, en
casos extremos y raros como lo es 240 dpi con los equipos actuales, producen la
desaparición de detalles finos de la
imagen.
¿Y si imprimimos con una resolución mayor que el doble de
la de la imagen?
Cuanto más pequeñas son las gotas el resultado
obtenido es mejor a costa de un consumo de tinta mayor, pero resoluciones altas
implican tamaños menores de salida por lo que no siempre pueden utilizarse.
Si imprimimos a 720
dpi -equivalen a 720/25’4=28’35 gotas/mm- una imagen cuya resolución es de 300
dpi, a cada a cada píxel le corresponderán 2’4 gotas (720/300=2’4) por lo que
por cada punto original el equipo deberá decidir si inyectar 2 ó 3 gotas.
La figura siguiente
plantea una posible decisión frente a una secuencia de píxeles de colores cyan,
magenta, amarillo y gris respectivamente.
©
Jorge Lidiano.
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