TÉCNICA FOTOGRÁFICA. MANEJO DE LA CÁMARA. EL BALANCE DE
BLANCOS
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Fecha
última modificación: 05/10/2013
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Fecha
creación: 05/10/2011
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Versión:
1.0
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NIVEL:
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Iniciación - Bajo - Medio - Alto – Avanzado
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OTROS ENLACES
Todos hemos podido constatar como una luz brillante no
siempre es totalmente blanca, basta con pensar y comparar la luz del atardecer
con la del mediodía o recordar las diferencias importantes entre las fuentes
naturales y las artificiales.
Nuestro cerebro, actúa de manera que tiende a corregir
parcial o totalmente esa tonalidad, intentándola asimilar a una fuente de luz
blanca lo que ocasiona que las coloraciones ligeras sean totalmente
compensadas. Por tanto, lo que nosotros percibimos, es sólo una interpretación
filtrada por nuestra mente de la realidad física captada por nuestro ojo.
En la fotografía de color analógica, el material fotográfico
existente para compensar las distintas tonalidades de las fuentes de luz era
escaso y sólo se disponía de la posibilidad de compensar fuentes las muy
extremas como el tungsteno.
Los pequeños ajustes requerían el uso de filtros de color,
pero como la interpretación cerebral enmascaraba la tonalidad era complicada su
elección sobretodo si no se conocía exactamente las características de la
fuente de luz, pensemos por ejemplo en las sutiles diferencias de un día
despejado a uno nublado.
No obstante, con la película negativa, cuándo los fotolitos
adquirían una ligera dominante de color podían compensarse en parte en el
momento de la ampliación, pero esto no era posible en los procesos directos
como la diapositiva.
¿Qué es la temperatura
de color?
La temperatura de color es el parámetro que nos
permite diferenciar, y por tanto cuantificar, esa distintas tonalidades
dominantes de las fuentes de luz, que dependen de cómo está distribuida su
energía en el espectro luminoso, y puede medirse con un instrumento denominado
termocolorímetro. Su unidad es el Kelvin (actualmente no es grados Kelvin ºK
sino simplemente K), y su escala, que se extiende desde las cálidas hasta las
frías, puede abarcar entre los 0 y los 30000 K respectivamente. Por ejemplo, a
la luz de una vela le corresponden unos 1800 K, la reciente tecnología de
lámparas led domésticas pueden abarcar temperaturas entre los 2700 (blanco cálido) y los 8000 K
(blanco frío) y los relámpagos podrían alcanzar los máximos valores.
Siempre me ha resultado chocante, y al principio me causó
confusión, el hecho de que sus valores altos correspondan a fuentes de
tonalidades frías ya que, por asimilación al calor, la temperatura de la luz
emitida por una hoguera parece que debiera por el contrario ser mucho mayor.
El valor de 5500 K corresponde aproximadamente a la de la
luz diurna en un día despejado, algo mayor si es la directa del sol. Para él
están calibradas la mayoría de las películas analógicas, lo cual es lógico si
pensamos en la estadística de toma de imágenes, y también es el que se utiliza
como referencia en la fabricación de los flashes electrónicos.
Además, con la luz natural la energía se distribuye de forma
prácticamente uniforme en las tres componentes RGB (en inglés Red, Green y
Blue) de un color; mientras que con otras fuentes de luz -sobretodo
artificiales- la energía podría, por ejemplo, predominar más en su componente
roja como así ocurre con las lámparas de tungsteno.
Por todo ello, el material utilizado para la exposición de
una imagen debe ser coherente con la temperatura de color de la fuente de luz
para que no aparezcan dominantes de color. ¡Nunca dejará de sorprenderme el
tono verdoso obtenido con película de luz de día e iluminación con tubos
fluorescentes, siendo mi percepción para esa fuente de luz el blanco casi puro!
El
balance de blancos
Evidentemente, tanto un sensor digital como el material
sensible analógico no conoce la procedencia de la luz y por tanto no distingue
si su energía está equilibrada uniformemente en sus componentes de color RGB o
por el contrario tiene una dominante, por ejemplo, rojiza (componente R). Por
ello, necesitamos un mecanismo para indicarle esas características y un método
para modificarlas.
Mientras en la fotografía analógica el sistema era cambiar
de película o usar filtros, en la fotografía digital nos hemos inventado un
ajuste que permite de forma manual, semiautomática o automática, compensar esa
dominante e incluso suprimirla. Ese control se denomina balance de blancos
o equilibrio de blancos, en inglés White Balance (WB), y puede aplicarse
durante la toma en la cámara o al revelar posteriormente sobre un archivo RAW.
Se trata por tanto de una corrección software que actúa
ampliando o atenuando con factores distintos en cada componente individual RGB
del color. La teoría es simple, asignar la luz de mayor brillo al color blanco
y la de menor al color negro independientemente de la propia de la escena, o
dicho de otro modo, si en la zona de mayor brillo las componentes individuales
RGB son distintas estas se corrigen para que manteniendo la luminosidad sean
iguales y desaparezca la dominante de color, es decir, el objetivo es modificar
la tonalidad manteniendo la luminosidad.
El ajuste es una operación matemática de gran simplicidad,
pero debe realizarse sobre la imagen sin procesar, es decir en bruto (archivo
RAW). Por ello, interesa que la corrección la realice la cámara y nunca se
podrá aplicar correctamente sobre los archivos que han sido sometidos a una
transformación no lineal como los de formato JPEG.
La mayor parte de las cámaras incorpora un ajuste automático
(en inglés AWB, Automatic White Balance), pero no ocurre así con el ajuste
manual, ni tampoco todas incluyen la posibilidad de una calibración a partir de
una muestra de color. Sin embargo, sí suele ser también habitual que se
incluyan otros modo prefijados, muy útiles cuando se distingue y conoce
claramente el origen de la luz, como lo son: flash, fluorescente, tungsteno,
luz día, nublado, sombra... Además en algunas cámaras se puede indicar
numéricamente el valor de la temperatura de color que creamos o conozcamos que
tiene la fuente de luz.
Cuando, por ejemplo, elegimos la opción tungsteno, se indica
a la cámara que la luz es cálida y, en consecuencia, el valor de la componente
roja en toda la imagen es excesivo. Para equilibrarlo, la cámara aplicará un
factor mayor sobre la componente azul reescalando los niveles para no desbordar
la codificación.
El modo automático no funciona siempre bien, de lo contrario
sería el único existente, y en general suelen producir mejores resultados los
modos predeterminados, aunque, ninguno de ellos resuelve las iluminaciones más
especiales como ocurre con la luz cálida del atardecer, con las que es
necesario usar métodos manuales.
El ajuste manual del balance de blancos consiste en enfocar
la cámara hacia un objeto blanco, puede sustituirse por un papel blanco -se
pueden emplear otros sustitutivos como el cartón gris neutro-, aplicando la
opción de calibración. Con ello se determinan los factores de cada componente
para que el objeto muestre el color blanco, provocando que sea compensada la
tonalidad dominante de la fuente de luz y reajustada la imagen a los colores
reales que tendría la escena bajo una iluminación neutra.
Si nuestra decisión es trabajar en modo manual deberemos
estar atentos a los cambios continuos de la luz que se producen a lo largo de
un día para reajustar el balance, lo que supone un inconveniente con algunos
estilos de fotografía.
Con el modo automático nos olvidamos del anterior problema
aunque debemos ser conscientes de que podrían producirse ajustes no deseados.
Pero, si capturamos en RAW, el problema se reduce ya que siempre podremos
alterar la temperatura de color con el software de revelado, por ejemplo en
Camera Raw (ACR), para refinar los ajustes realizados en la cámara, ¡parece una
razón de peso para utilizar normalmente el formato RAW!
De hecho, en las figuras 1 a 6, vemos las
posibilidades que se abren al revelar con ACR reajustando el balance de
blancos. Desde la primera imagen, que corresponde a la directa de la cámara con
una ligera dominante cálida, hasta la última, dónde se ha neutralizado esa luz
del atardecer, pasando por asignaciones incoherentes con la temperatura de la
fuente de luz que provocan exageradas dominantes de color. Además de poder variar
la temperatura de color en ACR existe otro parámetro que es el Matiz y
que con su ajuste se cambia también el resultado de color, de hecho para alguno
de los modos preestablecidos este parámetro no está siempre asignado al valor
por lo que debemos reajustarlo.
A la vista de los resultados la imagen con menos dominantes
de color estaría situada en una temperatura entre 3800 y 4200 K, es decir,
podría ser perfectamente 4000 k..
En este punto creo que ya debe de estar suficientemente
claro, pero conviene repetirlo por su importancia, que si indicamos a la cámara
que la fuente de luz es más cálida que la real de la escena, ésta entiende que
la imagen debe ser compensada aumentando en mayor proporción el nivel de la
componente azul por lo que el resultado final es su enfriamiento (por ejemplo, figura
5).
Varias fuentes de luz
Hasta ahora siempre nos hemos referido a una única fuente
predominante de luz pero, ¿que ocurre si tenemos varias fuentes con
intensidades semejantes y diferente temperatura de color?
En el supuesto de tener que combinar varias fuentes de luz
de distinta temperatura, como es el caso de una imagen de un interior iluminado
con bombillas incandescentes donde también vemos el exterior a través de una
ventana, no será posible compensar las diferencias con ningún modo y sólo
quedará la posibilidad de combinar dos imágenes tomadas cada una de ellas para
compensar una temperatura, o admitir una dominante de color en alguna de las
zonas, o apagar las bombillas si es posible, etc.
Efectos creativos con
el balance de blancos
No siempre es un buen criterio el ajustar asépticamente el
balance de blancos, con ello podríamos destruir la magia de algunas escenas o
chocar con nuestra interpretación subjetiva sobre las mismas. Tendremos por
tanto que valorar si nos interesa neutralizar y equilibrar la luz o, al
contrario, utilizar la dominante para transmitir otro tipo de sensaciones.
Incluso es factible ir más allá y utilizar el balance de
blancos como herramienta para distorsionar los colores, utilizando ajustes que
nos alejen del método neutral. Es decir, como ejemplo, podemos utilizar
conscientemente el ajuste tungsteno con la luz ambiente y de esa forma enfriar
la imagen (efecto de la figura 2), resultado que se producirá por la
atenuación de la componente roja de los colores de la imagen. Como ya he
defendido en otras ocasiones, alejarse de lo estándar puede ser una manera de
identificarnos y diferenciarnos como autor.
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© Jorge Lidiano.
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