12 de octubre de 2013

Técnica fotográfica. Manejo de la cámara. El balance de blancos

TÉCNICA FOTOGRÁFICA. MANEJO DE LA CÁMARA. EL BALANCE DE BLANCOS
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Fecha última modificación: 05/10/2013
Fecha creación: 05/10/2011
Versión: 1.0

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Todos hemos podido constatar como una luz brillante no siempre es totalmente blanca, basta con pensar y comparar la luz del atardecer con la del mediodía o recordar las diferencias importantes entre las fuentes naturales y las artificiales.

Nuestro cerebro, actúa de manera que tiende a corregir parcial o totalmente esa tonalidad, intentándola asimilar a una fuente de luz blanca lo que ocasiona que las coloraciones ligeras sean totalmente compensadas. Por tanto, lo que nosotros percibimos, es sólo una interpretación filtrada por nuestra mente de la realidad física captada por nuestro ojo.

En la fotografía de color analógica, el material fotográfico existente para compensar las distintas tonalidades de las fuentes de luz era escaso y sólo se disponía de la posibilidad de compensar fuentes las muy extremas como el tungsteno.

Los pequeños ajustes requerían el uso de filtros de color, pero como la interpretación cerebral enmascaraba la tonalidad era complicada su elección sobretodo si no se conocía exactamente las características de la fuente de luz, pensemos por ejemplo en las sutiles diferencias de un día despejado a uno nublado.

No obstante, con la película negativa, cuándo los fotolitos adquirían una ligera dominante de color podían compensarse en parte en el momento de la ampliación, pero esto no era posible en los procesos directos como la diapositiva. 

¿Qué es la temperatura de color?

La temperatura de color es el parámetro que nos permite diferenciar, y por tanto cuantificar, esa distintas tonalidades dominantes de las fuentes de luz, que dependen de cómo está distribuida su energía en el espectro luminoso, y puede medirse con un instrumento denominado termocolorímetro. Su unidad es el Kelvin (actualmente no es grados Kelvin ºK sino simplemente K), y su escala, que se extiende desde las cálidas hasta las frías, puede abarcar entre los 0 y los 30000 K respectivamente. Por ejemplo, a la luz de una vela le corresponden unos 1800 K, la reciente tecnología de lámparas led domésticas pueden abarcar temperaturas  entre los 2700 (blanco cálido) y los 8000 K (blanco frío) y los relámpagos podrían alcanzar los máximos valores.

Siempre me ha resultado chocante, y al principio me causó confusión, el hecho de que sus valores altos correspondan a fuentes de tonalidades frías ya que, por asimilación al calor, la temperatura de la luz emitida por una hoguera parece que debiera por el contrario ser mucho mayor.

El valor de 5500 K corresponde aproximadamente a la de la luz diurna en un día despejado, algo mayor si es la directa del sol. Para él están calibradas la mayoría de las películas analógicas, lo cual es lógico si pensamos en la estadística de toma de imágenes, y también es el que se utiliza como referencia en la fabricación de los flashes electrónicos.

Además, con la luz natural la energía se distribuye de forma prácticamente uniforme en las tres componentes RGB (en inglés Red, Green y Blue) de un color; mientras que con otras fuentes de luz -sobretodo artificiales- la energía podría, por ejemplo, predominar más en su componente roja como así ocurre con las lámparas de tungsteno.

Por todo ello, el material utilizado para la exposición de una imagen debe ser coherente con la temperatura de color de la fuente de luz para que no aparezcan dominantes de color. ¡Nunca dejará de sorprenderme el tono verdoso obtenido con película de luz de día e iluminación con tubos fluorescentes, siendo mi percepción para esa fuente de luz el blanco casi puro!

El balance de blancos

Evidentemente, tanto un sensor digital como el material sensible analógico no conoce la procedencia de la luz y por tanto no distingue si su energía está equilibrada uniformemente en sus componentes de color RGB o por el contrario tiene una dominante, por ejemplo, rojiza (componente R). Por ello, necesitamos un mecanismo para indicarle esas características y un método para modificarlas.

Mientras en la fotografía analógica el sistema era cambiar de película o usar filtros, en la fotografía digital nos hemos inventado un ajuste que permite de forma manual, semiautomática o automática, compensar esa dominante e incluso suprimirla. Ese control se denomina balance de blancos o equilibrio de blancos, en inglés White Balance (WB), y puede aplicarse durante la toma en la cámara o al revelar posteriormente sobre un archivo RAW.

Se trata por tanto de una corrección software que actúa ampliando o atenuando con factores distintos en cada componente individual RGB del color. La teoría es simple, asignar la luz de mayor brillo al color blanco y la de menor al color negro independientemente de la propia de la escena, o dicho de otro modo, si en la zona de mayor brillo las componentes individuales RGB son distintas estas se corrigen para que manteniendo la luminosidad sean iguales y desaparezca la dominante de color, es decir, el objetivo es modificar la tonalidad manteniendo la luminosidad.

El ajuste es una operación matemática de gran simplicidad, pero debe realizarse sobre la imagen sin procesar, es decir en bruto (archivo RAW). Por ello, interesa que la corrección la realice la cámara y nunca se podrá aplicar correctamente sobre los archivos que han sido sometidos a una transformación no lineal como los de formato JPEG.

La mayor parte de las cámaras incorpora un ajuste automático (en inglés AWB, Automatic White Balance), pero no ocurre así con el ajuste manual, ni tampoco todas incluyen la posibilidad de una calibración a partir de una muestra de color. Sin embargo, sí suele ser también habitual que se incluyan otros modo prefijados, muy útiles cuando se distingue y conoce claramente el origen de la luz, como lo son: flash, fluorescente, tungsteno, luz día, nublado, sombra... Además en algunas cámaras se puede indicar numéricamente el valor de la temperatura de color que creamos o conozcamos que tiene la fuente de luz.

Cuando, por ejemplo, elegimos la opción tungsteno, se indica a la cámara que la luz es cálida y, en consecuencia, el valor de la componente roja en toda la imagen es excesivo. Para equilibrarlo, la cámara aplicará un factor mayor sobre la componente azul reescalando los niveles para no desbordar la codificación.

El modo automático no funciona siempre bien, de lo contrario sería el único existente, y en general suelen producir mejores resultados los modos predeterminados, aunque, ninguno de ellos resuelve las iluminaciones más especiales como ocurre con la luz cálida del atardecer, con las que es necesario usar métodos manuales.

El ajuste manual del balance de blancos consiste en enfocar la cámara hacia un objeto blanco, puede sustituirse por un papel blanco -se pueden emplear otros sustitutivos como el cartón gris neutro-, aplicando la opción de calibración. Con ello se determinan los factores de cada componente para que el objeto muestre el color blanco, provocando que sea compensada la tonalidad dominante de la fuente de luz y reajustada la imagen a los colores reales que tendría la escena bajo una iluminación neutra.

Si nuestra decisión es trabajar en modo manual deberemos estar atentos a los cambios continuos de la luz que se producen a lo largo de un día para reajustar el balance, lo que supone un inconveniente con algunos estilos de fotografía.

Con el modo automático nos olvidamos del anterior problema aunque debemos ser conscientes de que podrían producirse ajustes no deseados. Pero, si capturamos en RAW, el problema se reduce ya que siempre podremos alterar la temperatura de color con el software de revelado, por ejemplo en Camera Raw (ACR), para refinar los ajustes realizados en la cámara, ¡parece una razón de peso para utilizar normalmente el formato RAW!

De hecho, en las figuras 1 a 6, vemos las posibilidades que se abren al revelar con ACR reajustando el balance de blancos. Desde la primera imagen, que corresponde a la directa de la cámara con una ligera dominante cálida, hasta la última, dónde se ha neutralizado esa luz del atardecer, pasando por asignaciones incoherentes con la temperatura de la fuente de luz que provocan exageradas dominantes de color. Además de poder variar la temperatura de color en ACR existe otro parámetro que es el Matiz y que con su ajuste se cambia también el resultado de color, de hecho para alguno de los modos preestablecidos este parámetro no está siempre asignado al valor por lo que debemos reajustarlo.

A la vista de los resultados la imagen con menos dominantes de color estaría situada en una temperatura entre 3800 y 4200 K, es decir, podría ser perfectamente 4000 k..
En este punto creo que ya debe de estar suficientemente claro, pero conviene repetirlo por su importancia, que si indicamos a la cámara que la fuente de luz es más cálida que la real de la escena, ésta entiende que la imagen debe ser compensada aumentando en mayor proporción el nivel de la componente azul por lo que el resultado final es su enfriamiento (por ejemplo, figura 5).

Varias fuentes de luz

Hasta ahora siempre nos hemos referido a una única fuente predominante de luz pero, ¿que ocurre si tenemos varias fuentes con intensidades semejantes y diferente temperatura de color?

En el supuesto de tener que combinar varias fuentes de luz de distinta temperatura, como es el caso de una imagen de un interior iluminado con bombillas incandescentes donde también vemos el exterior a través de una ventana, no será posible compensar las diferencias con ningún modo y sólo quedará la posibilidad de combinar dos imágenes tomadas cada una de ellas para compensar una temperatura, o admitir una dominante de color en alguna de las zonas, o apagar las bombillas si es posible, etc.

Efectos creativos con el balance de blancos

No siempre es un buen criterio el ajustar asépticamente el balance de blancos, con ello podríamos destruir la magia de algunas escenas o chocar con nuestra interpretación subjetiva sobre las mismas. Tendremos por tanto que valorar si nos interesa neutralizar y equilibrar la luz o, al contrario, utilizar la dominante para transmitir otro tipo de sensaciones.

Incluso es factible ir más allá y utilizar el balance de blancos como herramienta para distorsionar los colores, utilizando ajustes que nos alejen del método neutral. Es decir, como ejemplo, podemos utilizar conscientemente el ajuste tungsteno con la luz ambiente y de esa forma enfriar la imagen (efecto de la figura 2), resultado que se producirá por la atenuación de la componente roja de los colores de la imagen. Como ya he defendido en otras ocasiones, alejarse de lo estándar puede ser una manera de identificarnos y diferenciarnos como autor.
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© Jorge Lidiano.
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