MARTES 20/10/2009, MADRUGÓN Y DESPLAZAMIENTO DE NAMPULA A
NAMAPA, CAPITAL DE ERATI. PARADAS EN PUESTOS DE VENTA DE FRUTA. REUNIONES. DEJAR
LAS MALETAS EN LA VIVIENDA DONDE NOS ALOJAREMOS.¡HOY EN NAMAPA HA ARRIBADO LA
LUZ ELÉCTRICA! Y LOS GRUPOS ELECTRÓGENOS SE HAN APAGADO, JUBILÁNDOSE TRAS AÑOS
DE TRABAJO. VISITA A LA ZONA Y PASEO POR UN POBLADO PRÓXIMO.
Ha amanecido temprano,
el viaje es largo y queremos estrujar el día. Durante el trayecto nos cruzamos
con gente que curiosea y nos saluda, también con carteles de Tudobom y Coca
Cola.
Aún no ha trascurrido
una hora cuando paramos el todoterreno junto a unos puestos de troncos y leña asentados
en el arcén, que prestamente nos ofrecen sus frutas y verduras, sus legumbres
y... ¡Cómo no! Los pequeños pollos campestres. En unos escasos diez minutos surgen
algunos retratos, y otros encuadres más abstractos, mientras el conductor se entretiene
en la loable misión de proveerse.
El viaje continua acompañado
de imágenes tomadas con dificultad desde el vehículo, de las que pronto
descubriré su escaso interés.
A mitad del trayecto,
dos horas después de la salida, paramos a visitar una escuela tutelada por
monjas españolas. Recorremos su recinto junto a los niños que se sorprenden,
nos asedian y todos quieren salir en la foto. Clic, clic.., nuevas imágenes.
Imprevisiblemente, la
visita es interrumpida cuando descubrimos, en un pozo situado junto a la
alambrada, unos recipientes ordenados en fila que aguardan junto a sus dueños
el turno para refrescarse. Niños y mujeres, vestidas con sus coloristas telas, charlan
animosamente y sonríen en un acto de relación social junto al brocal. Solidariamente
se sorprenden y nos sorprendemos.
Tras completar nuestro
recorrido con las aulas, las cocinas y el comedor, la secretaria..., la fortuna
nos socorre cuando nos ofrecen almorzar –huevos fritos, pan, fruta, leche- y ¡No podemos negarnos! Es broma, accedemos gozosamente.
Continuamos camino hasta
nuestro destino, allí nos esperan reuniones en el Centro de Salud y en el
campamento de Medicus Mundi dónde nos alojaremos unos días. Conocemos a Domingos, el asistente local que mantiene la vivienda y además cocinará durante nuestra
estancia.
La vida no es fácil en
Mozambique, aunque el día que arribamos a Namapa lo fue un poco más por la luz
naciente que prontamente alcanzaría e impregnaría esta ciudad. Sin embargo, las
aldeas de la provincia aún deberán estoicamente padecer, algunos o muchos años más,
la ausencia de este, para ellos, lujo
tan anhelado.
Todavía falta el agua
potable pero ésta tardará todavía más. Los barreños de la ducha y la cocina seguirán
acompañándonos en la casa durante toda nuestra estancia, junto al caduco generador
de gasoil que, de momento, es mejor atesorar.
Ciertamente, no es cómodo
vivir en la zona de Erati, una de las más deprimidas del país. Pero no parece
que ese día tan especial haya creado enorme jubilo entre la población, quizás aún
no son cabalmente conscientes de su vital trascendencia.
La mayoría de la gente se
resigna con lo que tiene y no aspira a mucho más, vive sin ansiedad ni estrés, sin
planificar ni conceder importancia al futuro, solo importa el día a día ¡El
presente! En Erati, ¡Hoy, es un
sinónimo de vida!
El día continúa con una
visita a un poblado muy próximo a
El día se agotará con
las visitas a un centro médico, una escuela, a un mercado y a un río donde
surgen muchas imágenes.
MIÉRCOLES 21/10/2009, SALIDA TEMPRANA, COMPRAR VÍVERES,
DESPLAZAMIENTO A LA CIUDAD DE MEMBA, ANTIGUA COLONIA PORTUGUESA, EN LA COSTA. EN
EL TRAYECTO VISITA A UNA ESCUELA, NOS INVITAN A UN ALMUERZO CON HUEVOS FRITOS
¡EXQUISITO!.
Nos levantamos al alba
para desayunar y aprovechar al máximo este nuevo día. Los dos guías nos recogen
y partimos a comprar víveres para compartir en la comida; al menos eso pensaba
yo hasta que más tarde descubrí que los nuestros si lo eran y los de los
nativos no, sospecho que actuó el ¡Instinto de supervivencia!
Al llegar a Memba disfrutamos
con los colores saturados del cielo y la arena de su extensa playa. Hay numerosos
restos de conchas y caracolas, algunos en buen estado que invitan a rescatarlos
para el recuerdo.
Se respira el silencio y
la soledad, únicamente quebrados por una sola barquichuela afanada en sus
labores de la pesca. Su lejanía, encubre sus ocupantes, pero es perfecta para crear
imágenes de contraste componiendo con el agua cristalina y la arena de
tonalidades oscuras.
El olor y la brisa del
mar me trasporta a mi ciudad, sobre todo en invierno. Desde muy pequeño siento
la costa y no me imagino sobrevivir
lejos de ella.
La mañana ha sido fugaz.
Se acercan los niños pescadores con una caza sorprendente de la que destaca un
enorme atún. Es la hora de comer y negociamos para que nos cocinen, en una choza
próxima, algunas de las piezas recién capturadas.
¡Se nos antoja un
auténtico festín! Y, ¡Memos mal! Pues me entero que los víveres compartidos son
escasos y abundan los individuales que hemos costeado conjuntamente entre mi
compañero y yo. La comida al final es abundante pero algo sosa, y nada parecido
a lo que uno se imagina al recordar el fresco producto.
Después visitamos la
ciudad y nos sorprenden los restos de las ruinosas mansiones -por su magnitud imaginamos
el esplendoroso pasado de la época colonial- radicalmente abandonadas a su
suerte y sometidas inexorablemente a la degradación del tiempo.
Continuará.....
La serie que a continuación se presenta corresponde a alguna de las imágenes que fueron tomadas en el año 2009 con motivo de una viaje a Mozambique con la ONG Medicus Mundi Alicante.
SI QUIERES VER
|
© Jorge
Lidiano.
|
Todos
los derechos reservados sobre los textos e imágenes del presente documento,
solo podrán ser utilizados con la autorización expresa de su autor
|
Buen trabajo
ResponderEliminar