Fecha última modificación: 12/10/2014
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Fecha creación: 07/09/2014
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Versión: 1.1
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NIVEL:
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Iniciación - Bajo - Medio - Alto – Avanzado
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DOCUMENTOS RELACIONADOS
Los siguientes documentos pueden ser
un complemento necesario o interesante para entender este tutorial:
Además, he publicado otros documentos relacionados con el
proceso de la impresión. Se puede acceder a ellos a través de su índice con el
enlace:
Introducción
En este
documento me voy a referir a la impresión digital sobre papeles usando
impresoras de chorro de tinta o inkjet, ya que son actualmente las más extendidas
por coste y calidad.
En todo el
documento usaré, para los ejemplos, datos del plotter (o impresora) Epson
Stylus Pro 7800, por ser el que utilizo con mayor frecuencia, aunque las
técnicas y cálculos expuestos son fácilmente extrapolables para otros equipos.
Como sabemos, la tecnología inkjet
se basa en la proyección de gotas de tinta de tamaños minúsculos sobre el papel
u otros tipos de soporte, y cuenta con una gran oferta en cuanto a dimensiones admisibles
sobrepasando actualmente el metro de ancho a un coste razonable, lo que permite
al fotógrafo acceder por sí mismo a los grandes formatos.
Tipo y
grosor de papel
Uno de los parámetros que
normalmente se le puede indicar a la impresoras, sobre todo en las de gama alta,
es el Tipo de papel que se va a
utilizar. A partir de dicha referencia el equipo identifica algunos datos como
si debe usar tinta mate o brillo, qué separación deben tener los cabezales para
que se ajusten al grosor del papel, qué resolución o calidad de impresión
admite el soporte, etc.
Para ello, en los paneles de
control de los equipos, encontramos normalmente una lista de papeles que
incluye, junto a algunos genéricos (papel normal, brillo, mate...), los del
propio fabricante, es decir, si usamos una impresora Epson nos mostrarán los
productos disponibles de dicha marca.
Algunos de esos datos son muy
importantes, pensemos por ejemplo que podríamos rallar la superficie si el
grosor no es el coherente, por lo que si nuestro papel no se halla en dicha
relación elegiremos el más parecido posible, o bien crearemos un nuevo tipo personalizado que defina sus
características principales (figura 1).
En el caso de nuestro plotter Epson, ello puede acometerse desde el panel de Media Adjustment reajustando parámetros
a partir de uno de los preexistentes.
Resolución de la
impresora
Las impresoras tienen una resolución máxima que viene determinada
por el tamaño mínimo de la gota que son capaces de lanzar sus inyectores, y por
los desplazamientos mínimos en horizontal y vertical que pueden realizar sus
motores.
En nuestro modelo de plotter, existen
360 inyectores para color y otros tantos para blanco y negro que permiten
alcanzar, en combinación con el desplazamiento de los cabezales, la resolución de
2.880x1.440 dpi (dots per inch o puntos por pulgada), es decir, en horizontal es
capaz de proyectar 2.880 gotas a lo largo de 1 pulgada (25’4 mm), o lo que es
lo mismo 113'39 gotas en 1 mm.
La resolución vertical se obtiene
por el avance mínimo posible del papel y queda limitada respecto a la
horizontal a un máximo de 1.440 pasos por pulgada o 56'70 por milímetro. Como consecuencia
de ello, si preparamos la imagen para imprimir a 2.880 dpi sobrarán puntos en
vertical y el equipo tendrá que suprimirlos. Recordemos, además, que los
píxeles de una imagen son cuadrados y solo se puede asignar la misma resolución
en ambas direcciones.
En el caso del plotter Epson
cuando se asigna el Tipo de papel en
el panel de Propiedades también
quedan determinadas las resoluciones disponibles para el mismo, como podemos
observar en la figura 2 para el caso
del papel Normal que permite calidades
Borrador, Normal (360 dpi) y Fino (720
dpi); junto a otras opciones que no son objeto de estudio en este documento
y que pueden consultarse en los manuales de los equipos.
En cualquier caso, preparar un
fichero para imprimirlo a 2.880 dpi solo tiene sentido con archivos de imagen
muy grandes o cuando la copia a imprimir es pequeña. De hecho, con un archivo
grande de 21 Mpx (megapíxeles) en formato
full frame se obtendría una imagen de 3’3x4’95 cm² sin interpolar con dicha
resolución, que por su tamaño hubiese admitido una reducción a 720 dpi sin
pérdida perceptible de calidad.
Resolución
de la imagen
No es la primera vez que me
sorprendo al escuchar que muchos autores imprimen sistemáticamente a 300 ó 350 dpi,
sin plantearse si tal afirmación tienen algún sentido. ¡Desconozco el origen exacto
de tales números mágicos!
Este tema lo he tratado en otros
documentos planteando siempre la necesidad o casi obligatoriedad de que la
resolución máxima de la impresora o la real de impresión si ésta al final es recortada
por el Tipo de papel, sea un múltiplo
de la de nuestro archivo una vez fijado el tamaño de salida, lo que discrepa de
la metodología de los referidos autores.
Bajo dicha premisa, por ejemplo, si
nuestra impresora tiene una resolución máxima de 1.440 dpi considerando la más
desfavorable entre la horizontal y la vertical, y ésta es admisible por el
soporte, las resoluciones válidas serían las de la tabla siguiente:
Resolución (dpi):
|
1.440
|
720
|
480
|
360
|
288
|
240
|
205,71
|
180
|
160
|
144
|
Cociente:
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
8
|
9
|
10
|
En ella, se confirma que 300 dpi
no es un divisor de la resolución máxima porque la operación 1.440/300=4’8
produce un resultado no entero, siendo los divisores más próximos 360 y 288
dpi.
En la figura 3 se presentan dos imágenes de una misma plantilla, hecha
con líneas blancas y negras de dos grosores que son repetidas alternativamente,
impresas a dos resoluciones diferentes: una de 360 dpi que es un divisor exacto
de la máxima de la impresora y otra de 254 dpi que no lo es; y escaneadas
posteriormente de forma simultánea.
Como se ha usado la imagen
original sin alterar píxeles, a mayor resolución se obtiene un tamaño final menor
y viceversa. Pero, previsiblemente, en la de mayor tamaño se distinguen
claramente líneas blancas y negras con distinto grosor (detalle del fragmento
ampliado del lado derecho de la figura 3),
lo que no ocurre con la de mayor resolución cuya dimensión es por lo demás menor
(lado izquierdo de la misma figura).
¿Qué ocurre si imprimimos una imagen a 300 dpi?
Independientemente de la
resolución del archivo de imagen que hayamos preparado para imprimir, el equipo
usará una de las resoluciones compatibles con sus inyectores y pasos de los motores,
que quedará determinada tras seleccionar el Tipo
de papel en el panel de Propiedades
de la impresora o, si es posible, indicándola directamente.
Elegir el Tipo de papel correctamente es esencial para evitar emborronamientos
por saturación ya que, por la capacidad de absorción de los soportes, no todos admiten
la máxima del dispositivo. Una vez hecho esto puede no coincidir la resolución real de impresión con la resolución máxima de la impresora, como
ocurre con los soportes de baja calidad.
Si suponemos que, finalmente, el
papel nos permite utilizar la máxima (1.440 en nuestro caso), podemos calcular
cuántas gotas le corresponderán teóricamente a cada píxel para 300 dpi, resultando:
Gotas por píxel=1.440/300=4’8, con
una resolución de archivo de imagen preparada a 300 dpi.
Pero como las gotas no son
divisibles, el equipo utilizará mayoritariamente 5 gotas por cada punto,
compensando cada cierto número con píxeles de 4 gotas el exceso acumulado, es
decir, la imagen impresa no se corresponderá exactamente con la original siendo
adaptada a las capacidades de la máquina sin que conozcamos exactamente el
grado de afección (ver ejemplo de figura
3) pues dependerá mucho del motivo.
Por otro lado, trabajando siempre
a una resolución fija de 300 dpi difícilmente nos coincidirá el tamaño deseado
de salida y tendremos que transformar previamente la imagen para añadir o
eliminar puntos, proceso que es evidentemente destructivo.
Binomio
tamaño y resolución
Los píxeles originales de un
archivo establecen unívocamente una relación inversamente proporcional entre la
resolución y el tamaño obtenido, de modo que a mayor resolución menor es el tamaño.
En la figura 4 pueden verse claramente las dimensiones resultantes para
las resoluciones de 240 y 1.440 dpi cuando mantenemos los píxeles originales de
la imagen (en el ejemplo 3.744x5.616).
Obviamente, para que al
redimensionar la imagen no se produzca transformación alguna de los píxeles
originales, eliminando o añadiendo puntos (interpolación),
hay que indicarlo en el programa de edición. Con Photoshop ello es factible cuando
no está seleccionado el chek de Remuestrear
la imagen del panel Tamaño de imagen
(figura 4).
En la tabla siguiente se resumen los tamaños que se consiguen
fijando los puntos originales de una imagen de 5.616x3.714 píxeles con algunas
resoluciones.
Resolución (dpi):
|
1440
|
720
|
360
|
240
|
180
|
144
|
||||||
Tamaño (cm):
|
9,91
|
6,60
|
19,81
|
13,21
|
39,62
|
26,42
|
59,44
|
39,62
|
79,25
|
52,83
|
99,06
|
66,04
|
De lo visto hasta el momento queda claro que la resolución y
el tamaño quedan ligadas si no alteramos el número de píxeles iniciales, y que
no deberíamos imprimir a la resolución que nos dé la gana sino a una relativa a
la máxima del dispositivo o la coherente con el Tipo de papel.
Esta restricción nos aboca a los tamaños fijos indicados en
la tabla anterior válidos para archivos de la cámara Canon EOS Mark II, con
otros equipos saldrán otras dimensiones diferentes.
Pero, ¿Y si quiero imprimir un tamaño distinto a los de la referida
tabla? Por ejemplo, 18 cm de ancho.
No hay otra solución que tocar píxeles, ya que el divisor
más próximo nos da un tamaño mayor de 19’81 cm (panel derecho de la figura 5). Y ello lo puede hacer tanto el
programa de edición, ajustando el tamaño deseado para una de las resoluciones
de las de la tabla anterior (panel central de la misma figura); como la propia
impresora, enviándole el archivo con la resolución resultante al cambiar el
tamaño sin el chek de Remuestrear
(panel derecho de la figura).
En el primer supuesto, con el chek activo, el
programa PS permite modificar ambos parámetros y se produce un cambio en las
dimensiones de píxeles para reajustarse al nuevo tamaño; mientras que en el
segundo solo podemos cambiar un único dato quedando fijado automáticamente el
otro, por lo que se mantienen los puntos originales y el reajuste de la imagen se
producirá en el dispositivo de impresión.
Resolución mínima de
archivo
La técnica de reducir la
resolución para obtener formatos más grandes es limitada, pues con valores muy
bajos se crearía una imagen pixelizada.
Personalmente en raras ocasiones imprimo
por debajo de los 160 dpi, con dicha resolución consigo con mi cámara sin
interpolar prácticamente un tamaño de 90x60 cm que para mí es ya interesante.
Con dicha resolución e imágenes
normales, aunque no es un divisor entero de la vertical del plotter, no he
notado diferencia entre imprimir el archivo directamente o interpolarlo en PS
para conseguir los 180 dpi que si lo son. Por ello, tampoco quiero crear una excesiva alarma
respecto a tema de los divisores exactos, ya que la supresión de algunos
píxeles en dichos equipos profesionales no la vamos a poder apreciar con la
mayoría de las imágenes.
¿Cómo proceder con mayores formatos?
Cuando la resolución no llega con
formatos muy grandes, superiores a un metro, no queda otro remedio que añadir
los puntos necesarios para mantener una resolución de archivo adecuada, interpolando
mediante los algoritmos disponibles en los programas de edición como Photoshop.
Conclusiones
De todo lo visto podemos concluir que debemos usar una
resolución de impresión apta para el soporte del papel a utilizar junto con una
resolución de archivo que sea preferiblemente un divisor de la anterior, que no
siempre coincidirá con la máxima del equipo. Ello nos condiciona a tamaños
fijos y si éstos no son los deseados tendremos que transformar la imagen
quitando o añadiendo puntos.
Personalmente, cuando el tamaño no es un imperativo,
prefiero ajustarme a las resoluciones de los divisores exactos, conformarme con
las dimensiones resultantes y no tocar ningún píxel del archivo original.
© Jorge Lidiano.
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