Fecha última modificación: 26/06/2015
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Fecha creación: 26/06/2015
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Versión: 1.0
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NIVEL:
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DOCUMENTOS RELACIONADOS
Los siguientes documentos pueden
ser un complemento necesario o interesante para entender o ampliar este
tutorial:
Además, he publicado o publicaré otros documentos
relacionados con las composición. Se puede acceder a ellos a través de su
índice con el enlace:
ÍNDICE
Introducción
La estructura de la imagen
El tamaño de los elementos
Cortes y abstracciones
Repeticiones
Líneas dominantes
La perspectiva
Luz y color
Iluminación y contraste
Color
Los reguladores de nitidez
Profundidad de campo
El grado de movimiento
El Top 10 más uno de las reglas
Conclusiones
Introducción
Este
documento complementa otros artículos relacionados con el tema del encuadre y
composición, accesibles a través del enlace facilitado.
En él
trataremos la parte visible relativa a la organización y colocación óptima de
los elementos en el plano focal del soporte sensible.
Con un
sentido más amplio, analizaremos también otras cuestiones relativas a la
nitidez, la luminosidad y el color en
su relación con el asunto principal.
La estructura de la imagen
Una
escena está formada por distintos objetos y/o sujetos cuyas formas y
características físicas individuales configuran una estructura visible o piel
de la imagen, distinta de la otra parte más sutil y oculta que organiza su
esqueleto.
El tamaño de los
elementos
El
tamaños relativo entre los distintos elementos tiene una enorme importancia.
Los más grandes destacan más y por ello suelen erigirse con frecuencia en el motivo principal.
La proporción entre elementos
No es
la primera vez que vemos unos minúsculos personajes que casi no se distinguen
delante de un gran monumento, o al contrario un edificio importante
empequeñecido y unos sujetos en primerísimo plano engrandecidos.
Las
imágenes de viajes con humanos que quieren testimoniar su presencia posando
delante de una gran construcción deberían mantener un tamaño que permitiera
distinguir ambos centros de interés. Este ejemplo ilustra con bastante claridad
la importancia de mantener una justa magnitud entre los diferentes motivos de
una imagen y ello conlleva una auto-reflexión previa a la toma. Para ello basta
con regular (acercar o alejar) si es posible, las distancias relativas entre la
cámara, las personas y el fondo hasta que todos los motivos cobren una
razonable proporción.
Planos
generales
Como
hemos apuntado en varios documentos no siempre existe un único centro de
interés, sino que pueden haber varios o, incluso, todo ser importante.
En un
plano general amplio podemos encontrarnos con muchos motivos con dimensiones
reducidas, tamaños similares y distancias equivalentes respecto a la cámara,
sustentando entonces un equilibrio de igualdad e importancia; pero también con
tamaños y posiciones más dispares destacando los unos sobre los otros, y cuya proporción
relativa de tamaño puede ser determinante para establecer el centro de interés.
Si, por
ejemplo, sometemos a la interpretación de varios observadores la foto de la figura
1 comprobaremos que se plantean discrepancias en la determinación del motivo
principal. Para algunos el interés se centrará en la casa de madera oscura, que
predomina por su tamaño y por el contraste con el camino, mientras que para
otros en el perrillo que casi se mimetiza con el suelo o en la persona que
aparenta conversar con alguien provocándonos la interrogación de ¿Quién y cómo
será su interlocutor?
Analizando
más detalladamente la mencionada fotografía, parece que la señora cargada de
bolsas ensucia la composición ocasionando interferencias. De hecho si
imaginamos el resultado sin ella la
simplicidad aumenta, modelando una pulcra toma de un paisaje rural casi
solitario. Pero, a pesar de lo argumentado, a mí me interesa la mujer pues
añade una mayor cotidianeidad y humanidad a la imagen y, tal vez, lo que más me
molesta es que su rostro se diluya demasiado sobre la casa del fondo, cuestión
esta que podría enmascararse o remediarse.
Cortes y abstracciones
En
tales supuestos, el observador debe
imaginar lo que no se plasma directamente y elaborar mentalmente su
propio guión argumentativo. Y, en algunos casos, buscar su procedencia como
sucede cuando se aplican factores muy grandes de ampliación de toma en la
especialidad de macrofotografía.
Repeticiones
La clonación de líneas u objetos
originando estructuras equidistantes y repetitivas está presente en numerosas
ocasiones y en ellas es fundamental, generalmente, mantener un perfecto
paralelismo o proporción de perspectiva. Puede ser en sí mismas la base
compositiva o emplearse como apoyo para estructurar la fotografía ¡Quién no ha
fotografiado alguna vez los ladrillos de una pared o unos botes perfectamente
apilados en la estantería de un comercio!
Pero cuando hablamos de repetición
no siempre nos referimos a dicho caso extremo basta con que se sustente en
formas, tonalidades o colores similares. Además, en ocasiones los elementos
relacionados o repetidos quedan enlazados formando un todo indivisible y cada
parte individual deja de ser motivo de interés para socializarse. Por ejemplo,
imaginemos un cardumen de peces o una bandada de pájaros ¿Cuántas veces nos ha
llamado la atención su forma exterior y hemos omitido sus individualidades?
No todos los componentes individuales deben de
ser siempre iguales o similares, sino que también se pueden establecer
estructuras repetitivas con una mayor complejidad basadas en agrupaciones
dispares para conformar un ente nuevo. Por ejemplo, mesas, sillas y sombrillas
podrían agruparse en un conjunto y este último a su vez distribuirse
organizadamente sobre una terraza, erigiendo una nueva estructura simétrica y
repetitiva. Por otro lado, una estructura más compleja puede presentar
internamente algunas partes repetidas como ocurre en la figura 3.
El uso de elementos repetidos los erige casi
siempre en centro principal de interés, por lo que interesa evitar el ruido
para lograr un impacto mayor. Para ello podemos llenar totalmente el encuadre
con los mismos (figura 4), separar
planos con la iluminación y el contraste, desenfocar lo que estorba
usando teleobjetivos y grandes aberturas de diafragma, etc.
Por último, resaltar que las imágenes con
repeticiones despiertan generalmente emociones que nos recuerdan, entre otras,
la jerarquía y el orden grupal, la unión y camaradería, la solidaridad, la
armonía, etc.
Simetrías
Las simetrías son también un
modo de repetición y buscarlas en la fotografía es una buena opción para crear
fotos de estética destacable. no es absolutamente necesario que los integrantes
de todas las partes sean totalmente idénticos, de hecho en muchas ocasiones se
introduce algún detalle para romper una simetría perfecta (figura 5), pero si deben parecerse bastante las zonas multiplicadas
(figura 6). Una buena simetría alude
a la organización, el orden y el equilibrio.
Los grupos de elementos
impares nos permiten crear estructuras con uno de ellos centrado y potenciar
aún más la sensación de concordancia. El valor tres es un buen número al no ser
elevado y permite una simetría con un motivo de interés colocado en el centro.
El espectador se convierte en actor e interviene cortándolo exactamente por la
mitad, aspecto que confiere un mayor atrevimiento y dinamismo que si la
estructura es creada en base a componentes pares. Sobre la belleza de los
números impares podéis consultar el enlace referenciado al principio.
Aunque la imagen de la figura 7 no es absolutamente simétrica, los rectángulos construidos
por las líneas del cristal construyen una malla repetitiva que predomina,
parece extenderse hasta el infinito y produce la sensación de simetrías
horizontal y vertical. Algo similar ocurre en la figura 8 gracias al recipiente, a una de las flores centradas y a
la repetición de las líneas verticales.
Cuando la repetición se produce de forma
regular estamos transmitiendo una sensación rítmica que puede ser muy agradable
para el observador y que es relativamente fácil de conseguir.
El ritmo puede convertirse en el principal
motivo de interés de la fotografía pero también producir aburrimiento. Para
soslayar esto último con frecuencia se recurre a la técnica de romperlo
introduciendo algún elemento de contraste de forma, color o luminosidad.
También es viable que existan varias sucesiones rítmicas en una misma imagen
aunque rivalicen entre ellas.
Parece evidente que para conseguir una
sensación de ritmo deben repetirse como poco tres elementos similares, aunque
existe la posibilidad de jugar con su proyección externa, es decir, si la
repetición está muy clara y el encuadre lo favorece el observador imaginará que
ésta se extiende más allá de los límites de la imagen y los reproducirá
mentalmente. Una composición rítmica en base a elementos que se van
desenfocando da la sensación de que se prolongarán hasta el infinito.
Aunque la orientación del encuadre puede ser tanto horizontal como
vertical, imaginemos las olas del mar o las ventanas de un edificio, parece que
el formato apaisado es más frecuente y natural por su mayor facilidad en la
lectura.
Existe una gran variedad de
ritmos desde los más extremos con repeticiones muy simétricas basados en estructuras idénticas o muy uniformes, hasta
los que producen dicha sensación con elementos similares o incluso dispares.
Por ello es posible establecer varios criterios de clasificación
atendiendo a la forma resultante:
radial, especular, periódica..; a la sensación que nos transmiten: estabilidad,
dinamismo, caos...; al modo de repetición: continuo, alterno, radial,
combinado, aleatorio; al tipo de elemento que interviene: la luz, la forma, el
color... Es un tema extenso que dejamos para su análisis en otro estudio de
mayor profundidad.
Las imágenes de la figura
9 muestran como ejemplo un ritmo próximo al radial en la toma de la
izquierda y una distribución aleatoria y caótica en la de la derecha. Ambas,
combinadas con la profundidad de campo, transmiten al observador una sensación
de dinamismo.
Líneas dominantes
Es habitual hallar líneas
rectilíneas o curvilíneas en una escena, construidas por la iluminación o
formas predominantes. Son vitales en las artes visuales y aprovecharlas para
dirigir la mirada, terminándolas o convergiéndolas por la perspectiva sobre el
objetivo principal, es una de las pautas más utilizadas en la composición. Y,
al contrario, situar los motivos fuera de su trayecto o zona de influencia
puede desviar la atención acarreando un resultado adverso y no deseado.
Horizontales
y verticales
Todos
tenemos en mente la línea del horizonte, es una referencia que siempre
imaginamos absolutamente rectilínea y horizontal. Una ligera inclinación de la
misma trasmite una extraña sensación de desequilibrio en la que parece que los
objetos van a deslizarse y caer hacia el lado más bajo.
En
dicho caso su horizontalidad debe cuidarse extremadamente salvo que pase
desapercibida, por ejemplo debido a un sujeto muy predominante en el primer plano
que desvía nuestra atención, o esté debidamente justificada su inclinación. El
ojo humano aprecia la mínima desviación por lo que es preferible evidenciar su
inclinación exagerándola que dejarla en un estado que produce confusión sobre
observador.
Si no
pretendemos crear una composición simétrica, cuando se trata de fotografiar la
línea del horizonte, dominante en muchas fotografías y especialmente en
las paisajísticas, no conviene
situarla centrada. Hay que dar más predominancia a una parte sobre otra, ya que
en pocas ocasiones ambas la tienen, aplicando por ejemplo la Regla de los
Tercios.
De
forma análoga sucede con las líneas verticales de elementos reconocibles como
edificios, señales de tráfico, farolas..., su verticalidad también tiene que
ser rigurosa si no queremos transmitir inestabilidad.
En todo
caso, las líneas pueden usarse para dividir la imagen en zonas diferentes
creando una discontinuidad entre las áreas, en este supuesto la posición
relativa de la recta divisoria dependerá del peso de los elementos de cada una
de las partes.
Oblicuas y
sinuosas
Las líneas sinuosas y las rectas
oblicuas, con especial mención de las diagonales, trasmiten un mensaje de mayor
dinamismo que las horizontales y verticales, más estáticas y posiblemente menos
creativas.
Entre las curvas destacan
significativamente las que imitan una ‘S’ ya que nos evocan la sensualidad y el
peligro (figura 10), facilitando composiciones de gran impacto visual,
inquietantes y provocadoras. Están muy presentes en caminos y carreteras,
meandros de los ríos, raíces de los árboles, objetos y en el movimiento de
animales como las serpientes.
Las líneas oblicuas
también son fácilmente localizables, por ejemplo en las barandillas o perfiles
de las escaleras, en los tejados y la geometría de los edificios, en
abstracciones y detalles, en las perspectivas de los muros y las vallas, en
caminos ascendentes, etc. Con ellas podemos dirigir la mirada hacia el centro
de interés recorriéndolas hasta alcanzarlo o ellas mismas ser el motivo principal.
Es preferible terminarlas en las esquinas del cuadro de la imagen frente a
cortarlas en un lado; y, mejor aún, si las hacemos cruzar en diagonal
coincidiéndolas con dos esquinas y son rectilíneas semejan interminables. En la
figura 11 (imagen cedida por Paulina López) se ha creado una línea entre
el agua y la arena que cruza diagonalmente la escena y en cuya trayectoria se
localizan la niña y los trazos que refuerzan aún más su predominancia.
Líneas
invisibles
Cabe mencionar que las líneas que crean
direcciones y sentidos dominantes no están siempre visibles, algunas son
trazadas por nuestro cerebro.
Me refiero a las que nos dirigen al lugar que, supuestamente, está
mirando una persona (figura 12) o
hacia el que se mueve un vehículo, también a los signos con los que replicamos
reacciones habituales de la vida real como sucede con señales tráfico (p.e.
girar a la derecha o a la izquierda), o a las partes de objetos que nos dirigen
hacia una posición como los brazos de grúas o las ramas de los árboles.
La línea dominante trazada por
la mirada humana es muy significativa y conviene dejar un espacio libre (aire),
mejor si es mayor, en la dirección y el sentido hacia donde ella se dirige. Con
él se evitará que la imagen choque o parezca demasiado constreñida. En la
fotografía derecha de la figura 12
no se ha seguido totalmente el último consejo ya que presenta a una niña
mirando hacia el lado más próximo cuando lo académico hubiera sido lo
contrario.
La perspectiva
La materialización de una fotografía se
sustenta en una superficie plana mientras que los elementos de la escena tienen
volumen y están situados a distintas distancias entre ellos y del ojo del
observador. Por ello si no fuese por la perspectiva artificial las imágenes no
transmitirían sensación de profundidad. Gracias a ella podemos simular
visualmente la existencia de diferentes planos y representar icónicamente la
tridimensionalidad del espacio real. La perspectiva representa la visión de todo
el espacio desde un único punto, y de su posición dependerán los resultados
obtenidos.
Con la perspectiva es posible realzar o
disminuir la percepción que nos sugiere un determinado espacio o elemento. Por
ejemplo, si fotografiamos un niño pequeño desde una posición situada por encima
de su cabeza estaremos empequeñeciéndolo, si nos ponemos a su altura parecerá
normal mientras que si lo tomamos desde abajo lo engrandeceremos. El niño es el
mismo pero la sensación que en cada caso nos suscita cambia totalmente. Esto
mismo es aplicable para otros tipos de elementos de la imagen.
Captar siempre desde la
posición de nuestros ojos creará imágenes que en ocasiones no se adaptarán a
las dimensiones de lo fotografiado y cambiar la altura de la toma puede crear
fotos de gran impacto pero también distorsionar nuestra apreciación de los
motivos. Así, las tomas en picado o contrapicado al no corresponder con nuestra
visión habitual captan más la atención en el espectador y pueden transformar la
identidad de los sujetos u objetos fotografiados.
La perspectiva no solo depende
de la posición de la toma sino también de la longitud focal utilizada. Los objetivos angulares separan los
planos, empequeñeciendo más los más lejanos,
mientras que los teleobjetivos los aplastan dando una sensación de mayor
proximidad entre los mismos.
Para registrar el mismo espacio captado por un angular usando un teleobjetivo, tendremos que alejarnos de la escena pero la apariencia resultante será muy distinta debido al tamaño de los objetos y las direcciones e inclinaciones de las líneas de convergencia resultantes.
Para registrar el mismo espacio captado por un angular usando un teleobjetivo, tendremos que alejarnos de la escena pero la apariencia resultante será muy distinta debido al tamaño de los objetos y las direcciones e inclinaciones de las líneas de convergencia resultantes.
Las imágenes de la figura 13 han sido captadas con un objetivo angular (28 mm) que
crea una sensación de profundidad importante realzando el efecto de la
perspectiva.
Luz y color
Iluminación y
contraste
La
propia etimología de la palabra fotografía, escribir con luz, avala que la
iluminación es uno de los aspectos más importantes, sino el mayor, en dicha
disciplina artística. Dependiendo de su origen, tonalidad y calidad cambiará
totalmente la sensación transmitida, por lo que es fácil imaginar que será uno
de los componentes relevantes en la composición final de la toma.
El
contraste entre la iluminación del motivo principal, o ciertas áreas de
interés, respecto al resto destacará aún más el primero polarizando nuestra
atención. De hecho, en un tratamiento básico de las imágenes con programas de
edición usualmente se ajustan luminosidades y contrastes, bien en modo general
o por zonas, persiguiendo dicho objetivo.
Las
cualidades y posición de las fuentes de luz definen la profundidad de las
sombras de los elementos cambiando la apreciación de sus volúmenes y texturas,
y en consecuencia la emoción que nos provocan. Así la luz natural es distinta y
dependiente de la ubicación geográfica, de la meteorología, de la hora y de la
estación del año, pasando desde la dureza a la suavidad, de la frialdad a la
calidez, etc. En este documento no vamos a profundizar sobre el tema de las
propiedades, fuentes y efectos de la luz ya que es objeto de otro tutorial más
específico.
Una fotografía basada en una
paleta de tonalidades y colores análogos puede ser también rota por el objeto
de interés a través de su contraste atrayendo la atención del observador.
Por otro lado, la luminosidad y el
contraste son básicos para la fotografía en blanco y negro, en la que solo
existe una gama tonal y el impacto sobre el espectador se sustenta sobre los
cimientos de la luz.
En dicha modalidad, la forma y la
textura de los cuerpos es moldeada por las luces y las sombras. La distribución
y el tamaño relativo de sus áreas establecen el equilibrio de las masas y las
posibles disonancias de los colores existente en la realidad es transformada a
una única tonalidad que los integra. Estas cualidades permiten por
ejemplo, en temas tan complejos e
importantes como el retrato, soslayar distracciones y centrar la atención en el
aspecto más esencial ¡La expresión!
Color
En las fotografías a color la
homogeneidad o disparidad, las tonalidades y la saturación adquieren una
importancia relevante como recurso compositivo de gran expresividad.
Una imagen con tonos suaves nos
transmite una mayor sensación de calma y equilibrio que si los colores son más
saturados.
El color es un atributo que puede
resaltar un motivo de su fondo aunque sus luminosidades sean parecidas,
imaginemos una única amapola roja en un campo espeso de hierba verde ¡Atracción
garantizada! Dicho ejemplo de un único motivo sobre un fondo casi uniforme
construye una imagen de mayor impacto que si incluimos muchos tipos de flores y
colores rivalizando en protagonismo.
Los colores los podemos agrupar,
en base a las emociones que nos evocan, en dos grandes grupos: los cálidos y
los fríos.
Los primeros entre los que se
cuentan los rojos, amarillos y anaranjados nos recuerdan las tonalidades del
amanecer y el atardecer. Su temperamento muy explosivo establece lazos
psicológicos con la tierra, el fuego y la fuerza del astro rey, aportándonos
calidez, fogosidad, dinamismo, etc.
Los segundos, que abarcan la
franja alta del espectro visible desde los verdes a los violetas, transmiten
entre otras sensaciones las de frialdad, tranquilidad, armonía, estabilidad y
solidez; y nos recuerdan a la mayor parte de nuestro entorno terrestre: el
cielo, el hielo, el mar y la vegetación.
Los reguladores de nitidez
Profundidad de campo
Un mal
fondo o mal frente puede arruinar totalmente una gran fotografía. No solamente
mimetizando o rivalizando en protagonismo con el sujeto principal sino también
porque puede cambiar o desviar enteramente su interpretación ¡No será ni la
primera ni la última vez que descubramos un objeto injertado en la cara del
protagonista!
En la
fotografía existe un gran recurso para separar planos y eliminar o reducir la
afección del frente/fondo evitando distracciones, aplicable en muchas
situaciones y que permite un notable grado de control, sin menoscabo de que sea
preferible la inexistencia de detalles indeseados.
Me
refiero a la profundidad de campo, regulable con el grado de abertura
del diafragma, que permite soslayar situaciones en las que no es posible
cambiar un encuadre. Con ella podemos regular el desenfoque y priorizar los elementos
que consideremos esenciales sobre los otros (enfoque selectivo de mayor
o menor efecto seleccionable), creando también una mayor sensación de volumen
espacial al separar en profundidad los diferentes planos de la escena.
Enfatizar mediante este recurso el motivo principal es muy utilizado por los
buenos fotógrafos para evitar el ruido periférico, y es de gran aplicación en
el retrato.
Para un
determinado valor de abertura el enfoque sobre planos más próximos produce un
campo de nitidez menor que sobre planos más lejanos. Un mejor control sobre el
rango en un enfoque selectivo requiere conocer y aplicar los conceptos de distancia
hiperfocal y de profundidad de campo, ambos objeto de otro tutorial.
El
enfoque general no es descartable y es muy usado en la fotografía paisajística,
sobre todo si queremos registrar todos los detalles de una escena.
La longitud
focal del objetivo también afecta a la profundidad de campo, pero sustituir
las lentes trasforma la perspectiva y el tamaño de los elementos de la escena,
por lo que se precisa movilidad para reajustarlos.
No
obstante, no
siempre es viable utilizar un valor ideal de abertura pues con él también se
ajusta la exposición, estableciéndose un compromiso triangular con la sensibilidad y el tiempo de exposición; como tampoco lo es cambiar de objetivo por
los motivos ya expuestos.
El grado de movimiento
El
movimiento es un recurso estético y expresivo muy utilizado en fotografía para
atribuir dinamismo a las imágenes. La fotografía estática muchas veces presenta
una realidad que no percibimos, por ejemplo, nuestros ojos no pueden apreciar
los detalles de un vehículo a gran velocidad por lo que las tomas muy
congeladas pueden parecernos poco reales o asimilarlas a un motivo inmóvil.
El
grado de movimiento depende de la velocidad del obturador de la cámara, de la
del motivo y en casos especiales de la duración de la iluminación. La
combinación de las dos primeras puede dar resultados tan espectaculares como es
la congelación de una gota de agua en movimiento con velocidades altas. Con la
tercera podemos incluso paralizar una bala en plena trayectoria o en el
instante del impacto, usando para ello un destello de flash de muy corta
duración o incluso con una fuente de luz estroboscópica marcar periódicamente
su trayectoria.
Se puede registrar el
efecto de movimiento de un motivo sobre un fondo estático o dejar el primero
nítido y emborronar el resto mediante un seguimiento con la cámara de la
trayectoria del elemento móvil como en la figura 14.
A nivel
compositivo las zonas de movimiento o borrosidad pueden ser útiles o
interesantes:
-
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Para
construir abstracciones con creatividad y estética inusual, debido a la
mezcla aleatoria de colores, formas y grados de nitidez que se producen con
las bajas velocidades y los elementos en movimiento, como ocurre en la figura
15
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Como
reclamos para captar la atención por su discordancia con el resto de la
imagen
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Para
eliminar zonas de ruido indeseadas como pueden ser los turistas ante
monumentos u otros paisajes urbanos
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Para
crear trazos que dirijan la mirada hacia las zonas de interés principal como
sucede con las líneas definidas creadas en la oscuridad por las luces de los
vehículos en movimiento
|
La
sensación de movimiento no siempre requiere su existencia física plasmada como
una borrosidad sino que se puede crear de forma ficticia. La mente humana
establece, por ejemplo, relaciones que asimilan a una persona con una postura
dinámica de desplazamiento y, aunque esté totalmente estática, nos imaginamos
su posición en un instante posterior. Incluso, aún más, un peatón parado en un
paso de cebra pero situado en el extremo y orientado hacia el sentido de cruce
también transmite movilidad, al igual que lo hará un vehículo que asoma por la
calzada desde un lado de la fotografía.
El Top 10 más uno de las reglas
Con lo visto anteriormente y en otros documentos podemos
resumir las recomendaciones y reglas más conocidas y de mayor aplicación a la
fotografía en las siguientes:
1.
|
La sencillez, salvo que
pretendamos transmitir una idea de confusión, caos...
|
2.
|
Rellenar el encuadre en su mayor
parte con el motivo principal
|
3.
|
Enmarcar la imagen utilizando
motivos naturales para centrar la mirada hacia el punto de interés
|
4.
|
Encauzar la lectura con las
líneas y trazos naturales dominantes de la imagen. Las líneas verticales y horizontales
transmiten estabilidad y las oblicuas un mayor dinamismo
|
5.
|
Equilibrar las masas con la
iluminación, contenido o tamaño de los elementos
|
6.
|
Situar las zonas de interés en
los puntos fuertes o líneas de la Regla de los Tercios o de la Simetría Dinámica
|
7.
|
Utilizar proporciones áureas si
la escena lo permite
|
8.
|
Crear distintos planos con el
enfoque/desenfoque selectivo, para diferenciar el motivo principal del fondo
y otros planos que introduzcan ruido
|
9.
|
Dejar respirar la imagen con
espacios vacíos donde se requieran, evitando a su vez los espacios muertos
que carecen de información y desequilibran las masas
|
10.
|
Buscar el ritmo usando
repeticiones entre elementos o patrones conocidos. La simetría crea
composiciones muy agradables para el observador
|
11.
|
Probar el movimiento como
potenciador estético, incluso contrastándolo con partes estáticas
|
Conclusiones
La composición no está exenta de grandes dosis de
subjetividad, provocando profundas controversias entre tendencias y autores. El
tipo de imagen, el mismo fotógrafo y
los entornos condicionan la forma de aplicación, y entre las mismas normas hay
discrepancias que pueden conllevar contradicciones.
Es importante conocer las principales reglas, apabullantes
para los principiantes, y una vez dominadas decidir de manera personal cuando
nos las saltamos o cuando las aplicamos. La experiencia derivada de su uso es
un grado que nos ayuda para desmarcarnos de la teoría y crear nuestro estilo
propio pero, con ella nos automatizaremos y convertiremos en intuición refleja
lo que debería ser producto del pensamiento reflexivo, creándose una nueva
barrera a demoler y el inicio de otro ciclo de aprendizaje.
Personalmente me parece que las propuestas más atrevidas que
trasgreden normas son las más enriquecedoras, con independencia de que me
gusten o no, o de que las utilice o no.
Pensemos que normas hay muchas y todas tienen seguidores y detractores,
por lo que ¡La diversidad se impone!
© Jorge Lidiano.
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