La diversidad enriquece. © Jorge Lidiano
Con frecuencia he oído frases como: 'a mí no me interesa la
técnica' o 'la imagen es lo importante y la técnica es
irrelevante', o al contrario, 'la imagen tiene mucho grano o está
ligeramente movida'. En parte puedo compartir esas opiniones si no se
sustentan sobre una actitud intolerante sino que responden a cierta inocencia,
inexperiencia o falta de madurez fotográfica. Sin embargo, lógicamente, algunas
de ellas me causan bastante dolor, ya que para alguien que dedica mucho de su
tiempo libre a redactar artículos técnicos, es como restregarle que lo que hace
tiene poco o ningún valor.
Me gusta mas y también me gustaría dedicar todavía mas tiempo, a lo que
se considera como lo puro y esencial: 'el momento de la toma', y
que otros procesaran mis trabajos, seguramente acabaría con muchos de mis
quebraderos de cabeza. Pero mi formación profesional actúa como un resorte y me
impulsa a investigar el porqué y cómo funcionan aquellas herramientas o equipos
que utilizo o me interesan.
Es cierto que yo también me siento tentado en expresarme en términos muy
peyorativos cuando algo no me gusta y confieso que en ocasiones lo hago. Pero
es también igualmente cierto que al recapacitar posteriormente y contrastar que
lo que para mí no es tan bueno lo es magnífico para su autor -y seguramente lo
sería para unos cuantos millones más- deduzco que es muy probable que me esté
equivocando.
De hecho me ha sucedido al juzgar un trabajo como estándar o normal, que
alguien es capaz de elevarlo a la categoría de obra maestra, es decir, me sigo
equivocando. O peor aún, algo que creo muy creativo e innovador otro lo
simplifica y lo califica como 'la foto de un simple caballo',
situación que tuve la oportunidad de sufrir personalmente en una ocasión siendo
jurado de un concurso fotográfico.
El tiempo me ha vuelto más cauto cuando algún autor me pide que opine
sobre su obra. ¿Y si en el futuro mi criterio evoluciona y me obliga a
desdecirme?, y además, ¡quién soy yo para emitir ese tipo de juicios de valor!
En el hecho de poder elegir entre múltiples posibilidades: imagen en
blanco y negro o en color, goma bicromatada o papel baritado, fotografía
analógica o digital, estudio o calle, paisaje o reportaje, técnica o
creatividad..., encontramos la grandeza. Si todos concediéramos el mismo valor
a las mismas cosas el abanico se reduciría y no habría lugar para evolucionar,
para cometer errores, ni tampoco para el presente escrito.
Las peores experiencias visuales me han servido y ayudado, como poco,
como referencia para descartar o valorar mejor mis propios trabajos. Por ello
considero que la diversidad es determinante, gracias a ella podemos disponer de
múltiples opciones que, nos gusten más o menos, a buen seguro que nos
enriquecen.
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© Jorge Lidiano.
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