TÉCNICA FOTOGRÁFICA. MANEJO DE
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Fecha
última modificación: 06/12/2012
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Fecha
creación:06/12/2012
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Versión:
1.0
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NIVEL:
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Iniciación - Bajo - Medio -
Alto – Avanzado
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EL OBTURADOR
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Muchas de las cámaras actuales,
excepto las más básicas, disponen de dos maneras de control sobre la cantidad
de luz que entra a través del objetivo, una de ellas es el tiempo de
exposición, que se controla mediante un dispositivo mecánico o electrónico
denominado obturador, y la otra la abertura del diafragma (ver
documento ‘MANEJO
DE LA CÁMARA. EL DIAFRAGMA’). Existe un
tercer parámetro, denominado sensibilidad, que es necesario para
establecer de forma unívoca el valor de las variables anteriores para una
determinada exposición.
Los dos tipos más habituales de
obturadores han sido:
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De cortinilla o plano focal,
utilizado principalmente en las cámaras de 35 mm. En este tipo de obturador
el desplazamiento del dispositivo de apertura se realiza en paralelo al plano
de la película mediante un movimiento horizontal o vertical. No siempre el elemento de apertura tiene una
forma plana sino que existen algunas excepciones, como lo son las cámaras
panorámicas por desplazamiento del objetivo, en las cuales se realiza un barrido
que adopta la misma forma del fotograma a exponer, es decir la de un arco que
mantiene el paralelismo entre lentes y zona del fotograma que es expuesta en
un determinado instante
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Obturador central, situado
normalmente en el objetivo de la cámara y muy frecuente en cámaras de formato
grande y medio. La apertura del obturador se realiza al igual que en el caso
anterior en paralelo con la película pero en este caso con desplazamiento
diametral
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Con independencia del tipo de
obturador utilizado, lo importante es que durante el tiempo de exposición se
recibe la luz sobre el material sensible (negativo, sensor, etc.), o dicho de
otro modo más exacto para las más recientes tecnologías, se registra la luz
transmitida a través del objetivo.
Como un tiempo corto lleva
implícito una mayor rapidez del movimiento del dispositivo, en fotografía está
prácticamente extendido utilizar también el término velocidad de obturación
para referirse en algunos casos a ese mismo tiempo (mal expresado) o a su
inversa (para mí es más exacto); por lo que, un tiempo pequeño como una
milésimo de segundo (1/1000") se corresponde con una velocidad alta
(1000). En adelante usaremos, según convenga, tiempo o velocidad para
referirnos a la rapidez de la exposición.
Por otro lado, con la velocidad no
sólo ejercemos la función de control de la luz, sino que también intervenimos
sobre el grado de movimiento registrado.
El obturador como elemento de control de la
exposición
El obturador, confirmando lo
expuesto anteriormente, es un dispositivo o que nos permite realizar la función
de regular la cantidad de luz mediante el control del tiempo de apertura y, en
consecuencia, conseguir que las fotografías queden bien expuestas.
A continuación se muestra una
escala muy extendida de tiempos, ordenada de menor a mayor velocidad, en la que
se cumple que entre dos valores consecutivos se mantienen un factor constante
(doble o mitad), exceptuando para la posición B:
B (bulb), 1”, 1/2”, 1/4”, 1/8”,
1/15”, 1/30”, 1/60”, 1/125”, 1/250”, 1/500”, 1/1000”...
La posición B (bulb) indica una
exposición continua o permanente, es decir, el obturador siempre permanecerá
abierto mientras se mantenga apretado el disparador.
En fotografía es habitual y lógico
que las escalas hayan sido creadas con una relación entre los valores
consecutivos, en términos de cantidad de luz, del doble o de la mitad. En
adelante, con el fin de establecer un criterio y un lenguaje común de
entendimiento, nos referiremos a la diferencia mencionada denominándola con el
término de paso o punto de exposición, es decir, un paso de exposición implica
un factor de dos en cuanto a cantidad de luz transferida y dos pasos un factor
de 4.
Por tanto, la diferencia de un
valor con su anterior o posterior equivale a un paso de exposición y cada una
de las velocidades con relación a la anterior (según orden en la escala de
izquierda a derecha) es más rápida y por tanto permite capturar menos luz.
En algunas cámaras antiguas encontramos otras velocidades
como 1/25”, 1/50” y en otras actuales, sobre todo en aquellas que son
controladas electrónicamente, se puede disponer de velocidades intermedias
equivalentes a fracciones de un paso de exposición, de velocidades rápidas que
alcanzan y superan 1/4000” y de velocidades de exposición lentas con valores de
decenas y centenas de segundos.
Si con un fotómetro o exposímetro manual o con el interno de
la cámara realizamos una medición de luz, ésta nos devuelve una pareja de
valores que determinan una exposición correcta: uno correspondiente al tiempo
de exposición y otro a la abertura del diafragma. Pero existen otras
combinaciones que permiten la entrada de la misma cantidad de luz, basta con
corregir la variación en un parámetro actuando sobre el otro, es decir, si
elijo un tiempo más corto puedo compensarlo con una mayor abertura, por
ejemplo, la combinación de 1/60” con f/11 equivale a 1/125” y f/8. Pero como
las combinaciones siempre van asociadas con una sensibilidad cambiando esta
última obtendremos otras posibles; en este punto uno puede pensar que siempre
es factible conseguir la combinación deseada pero... ¡las posibilidades de
elegir sensibilidad no son infinitas!, o dicho de otro modo existen otros
inconvenientes cuando los valores de sensibilidad son altos o son bajos.
El obturador como elemento de control del
grado de movimiento registrado
El obturador es, además, un elemento de control sobre el
grado de movimiento del sujeto y nos permite, en función de la velocidad de la
toma elegida, determinar cómo quedará este movimiento registrado.
Con él se captura el movimiento de forma bien distinta a la
percibida por nuestro ojo, ya que, dependiendo de su velocidad, podemos:
congelar el movimiento o registrarlo de forma borrosa, hacer que las imágenes
sean irreconocibles o, incluso, que desaparezcan de la escena; mientras que el
ojo es incapaz de separar momentos individuales de un motivo en movimiento y no
puede hacer más que constatar su existencia.
Una velocidad suficientemente alta permite registrar con
nitidez el movimiento y, al contrario, una baja puede provocar contornos
borrosos y fundir partes diferentes de la escena ocasionando imágenes
imprecisas.
Con el obturador se abre, por tanto, un enorme abanico de
posibilidades creativas para el fotógrafo, que le permitirán sobrepasar algunas
normas y adaptar la estética de sus imágenes al concepto que pretenda
desarrollar y en definitiva transmitir a los observadores.
En la fotografía de la figura 1 podemos comprobar
que, para una determinada velocidad, unas partes del sujeto pueden quedan
registradas como estáticas y sin embargo otras con un cierto grado de
movimiento. Ésta combinación puede resultar muy interesante en imágenes donde
se quiera transmitir una sensación de dinamismo.
Aplicación principal del obturador
Cuando
medimos la exposición el fotómetro de la cámara nos proporciona una serie de
combinaciones de tiempo de exposición y abertura del diafragma válidas para la
exposición correcta. La decisión sobre un par de valores entre los posibles
supone siempre un compromiso, y en muchas ocasiones tendremos que priorizar un
parámetro sobre el otro para determinar el valor de ambos; lo que puede
obligarnos a perder profundidad de campo o a tolerar el movimiento en alguna parte de la imagen.
Generalmente, si la abertura para una determinada toma es
poco relevante, el tiempo de exposición se utiliza para evitar que la imagen
resulte movida (ver forma correcta de sujeción en el documento ‘MANEJO
DE LA CÁMARA’).
En el supuesto anterior, para exponer a pulso y evitar la
trepidación, deben utilizarse tiempos cortos (normalmente se entiende como
tales a los inferiores a 1/60") o dicho de otro modo velocidades altas (el
dispositivo se desplaza con mayor rapidez para que la duración temporal de la
apertura sea menor). Con un formato equivalente a un 35 mm, se ha usado como
regla general para evitar que la inestabilidad de nuestro cuerpo afecte a la
imagen, utilizar como velocidad de referencia la longitud focal del
objetivo, es decir, si exponemos con un 100 mm deberemos usar como mínimo
1/100"; aunque esta regla no es válida para todas las personas. Con
sujetos en movimiento, a esa velocidad mínima de partida, se le debe aplicar
una corrección extra para contrarrestar la del propio sujeto fotografiado. Por
ejemplo, para congelar totalmente la imagen de una toma lateral de un vehículo
en movimiento con un 100 mm seguramente
necesitaremos un tiempo inferior a 1/1000”.
Con un
sujeto estático podremos utilizar cualquier velocidad si empleamos como apoyo
para la cámara un trípode u otra superficie sólida e inmóvil.
Como
referencia de velocidades para congelar el movimiento, considerando un
desplazamiento del sujeto transversal y que la cámara está totalmente estable,
podemos fijar lo siguiente:
Movimiento lento: persona caminando:
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1/60” – 1/125”
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Movimiento rápido: deportes, persona
corriendo:
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1/250” – 1/500”
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Movimiento muy rápido: vehículos:
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> 1/1000”
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La tabla
anterior es aplicable para un el objetivo normal (50 mm para el formato de
negativo 35 mm o sensor ‘full frame’), pensemos que con un teleobjetivo
estamos capturando un espacio menor sobre un mismo elemento sensible, es decir,
el mismo movimiento con un teleobjetivo ocupará
una zona mayor (más píxeles en digital) que con un angular, por lo que
tendremos que aumentar la velocidad. De manera similar la mayor proximidad de
un objeto en movimiento requiere también mayor velocidad.
También es
válido usar velocidades de obturación bajas con sujetos en movimiento (figura 2), sobretodo con fines
creativos, para conseguir una estética diferente, a pesar de la dificultad que
supone controlar el resultado obtenido.
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